lunes, junio 19, 2006

para desolados..........

Se sienten ganas terribles de llorar, escupir, sobornar y sangrar. Se sienten ganas de correr, pero también mostrarse digna y fuerte.
En muchos casos la no correspondencia o el tradicional engaño, causan a la larga solidez y luminosidad para las posteriores relaciones.
Al comienzo duele. Duele mirar, oler, sentir. Duele respirar y más aún duele y perfora la voz del otro. Esa vocecilla que da explicaciones o se le declara ante una tercera persona.
Circunstancias del destino que llegan a uno sin ser llamadas. Errores, conversaciones al descubierto por casualidad o planes mal hechos. Todo un conjunto de situaciones que desencadenan la ruptura en cuestión.
Todos los estados más bajos y deplorables suelen aparecer cuando las defensas caen y la imagen del ser insufrible aumenta cada día más. No se sabe cuánto tiempo durará el malestar y la decadencia. Nadie avisa, no hay una hora y nisiquiera la fiel vocecilla interna sabe qué decirte o cómo calmarte.

Entonces cuando han pasado semanas, meses o años, eso que uno llama calma o alivio entra directo al vacío de las emociones y los sentimientos consumidos por el dolor y la pena.
En medio de la fiesta de la angustia, la felicidad se manifiesta de apoco y lentamente comienza a llenar los pensamientos de risa y alegres momentos. Los minutos y las horas pasan rápido y aquellos lugares detestables comienzan a ser vistos como antes.

Sin querer te ves tomando un café en el mismo lugar donde pasaste un lindo momento con la persona que desoló tu corazón. Por una parte es ridículo creer que un lugar físico podría causar daño, pero lo es. Sucede a menudo con las calles, paraderos de micros, parques, supermercados o estacionamientos. Para qué hablar de bares o casas de amigos, que se transforman en el blanco de la evasión y omisión por un buen tiempo.
Todo llega y todo pasa. Y pienso que en el momento de la angustia, no hay que evadir esos estados o creer que las cosas no tiene importancia. Creo que cualquier pensamiento por muy insignificante que sea, tiene su valor en el tiempo que se lo merece. Si se queda más, es porque realmente fue importante y tu cuerpo tardará en eliminarlo; de lo contrario pasará más rápido de lo que se cree.
Sólo hay que estar atento para cuando ese momento llegue y no dejarlo ir.